Dispuesta, en la sala ENVOLVER, en el Fuerte San Marcelo, de Salvador Bahia, Brasil. En una área de 33 m2, esta instalación esta formada por aproximadamente 150 estructuras cilíndricas, cuya altura varia entre 1,70 m hasta 30 cm, los cuales fueron envueltos, en un proceso colectivo, con hilos de algodón teñido.
Esta instalación crea un conjunto, cuya unidad modular se refiere nominalmente a los instrumentos de viento, anteriormente descritos, como Ch’iris – instrumentos que se ejecutan en lo alto de las montañas -pero el conjunto de ellos al ser penetrado, gana otras connotaciones. El lugar de montaje se constituyó en un espacio de tránsito que intenta evocar el sumergirse en fondo del mar, envolvente para el espectador. La obra está acompañada por una sutil intervención sonora por Bernardo Rozo, creada con una amplia gama de instrumentos y matices de viento, así como de voces en Quechua y sonidos onomatopéyicos. Paisajes sonoros que multiplican la experiencia de caminar por ese espacio.
La artista brasilera Juliana Liao realizó una intervención performatíca el espacio de la instalación. La misma se multipló en otra instalacíon llamada crisálida.